Memorias hispanas en Tierras de Viterbo (III)

Primera parte

Segunda parte

Yo soy el constructor de las estatuas. No tengo nombre. No tengo rostro.
El mío se desvió hasta correr sobre la zarza y subir impregnando las piedras.
Ellas tienen mi rostro petrificado, la grave soledad de mi patria, la piel de Oceanía…

Pablo Neruda, “Rapa Nui, los constructores de estatuas”

Vitorchiano, a pocos kilómetros de Bomarzo, es también un pintoresco burgo amurallado que aparece en lo alto de un impresionante barranco y conserva un buen conjunto medieval. En las proximidades del pueblo, en la ruta que lleva al santuario de San Michele Arcangelo (siglo XIV), es preciso detenerse ante una grata e inesperada sorpresa: una estatua Móai perfectamente original, en todo idéntica a sus hermanas de la Isla chilena y oceánica de Pascua( también conocida como Rapa Nui Te Pito Te Henua), de origen volcánico.

La historia de esta extraña presencia es sin duda muy curiosa : debido a un hermanamiento fomentado por un programa de la televisión nacional italiana, es decir  “ Alla ricerca dell’Arca = En búsqueda del Arca”, una delegación de 12 indígenas isleños (o rapanuis) llegó a Vitorchiano en el año 1989, con el hito de conseguir recursos para la restauración de los 900 Móais que aun sobreviven en su  isla. Esas estatuas, patrimonio UNESCO, forman parte de una tradición con más de un milenio de historia; según distintas teorías se erigieron como monumentos funerarios o para celebrar importantes acontecimientos. En todo caso la piedra volcánica utilizada para su construcción es la misma, que , a casi 15.000 kilómetros de distancia y con el nombre de peperino, permitió levantar unos cuantos palacios, burgos y monumentos en Italia Central y en la misma Vitorchiano.

Encontrado en una cantera próxima al pueblo un enorme monolito, los indígenas rapanuis pidieron y obtuvieronla posibilidad de esculpir  con sus propias herramientas originales un auténtico Móai.

Al cabo de un mes, en diciembre 1989, la colosal estatua fue colocada en la plaza principal del burgo y el acontecimiento se celebró  con una ceremonia típica de la isla. Un equipo de  la televisión nacional italiana había seguido constantemente el progresar de las obras, así que las imágenes de la construcción del nuevo Móai dieron la vuelta al mundo, revelando una cultura extraordinaria, injustamente olvidada, en un extraño puente ideal entre Europa, Américas y Oceanía. Desde entonces , el único Móai existente fuera de Rapa Nui, fue objeto de nueva atención cultural y hasta trasladado temporalmente a una exposición. De vuelta a Vitorchiano, fue emplazado cerca del mencionado santuario, desafiando la superstición isleña según la que esas estatuas sagradas nunca deberían cambiar de sitio. Pero el tiempo y la distancia borran hasta los más oscuros miedos, así que alegría y bienestar siguen morando en Vitorchiano.


Nando Pozzoni